Nuestro comportamiento con el prójimo puede apreciarse según varios criterios.
Una actitud áspera indica claramente poco amor, poca comprensión.

Nuestro modo de hablar descubre a menudo sentimientos escondidos y pone de manifiesto lo que somos y sentimos.
Pero si guardo silencio a su debido tiempo, entro en contacto espiritual con el otro; mi prójimo y conmigo mismo.
El silencio puede significar que el otro ya no me interesa, o no le hablo porque tengo rencor o enemistad. Ya no es un objeto interesante para mis fines.
Dicen que hay esposos que no se hablan, porque han perdido su primer amor, y en vez de beneficiarse con su mutua presencia y palabras cariñosas, se insultan, no se saludan, son mudos con su silencio que mata el espíritu.
Estando en agradable compañía, las palabras a veces sobran. Cada uno siente instintivamente la leal y sincera amistad. Este silencio de unaminidad, inspira confianza.
Mi silencio puede significar unidad de sentimientos, y convivencia en momentos alegres, lo mismo que indica en momentos tristes, solidaridad, consuelo y comprensión.
A veces la palabra no es capaz de expresar un sentimiento humano. La modesta y silenciosa presencia es el termómetro de mi convivir y de mi compadecer.
El silencio puede significar una destrucción, ofensa, lo mismo que la amistad, esperanza.
¿Será mi silencio elocuente para la felicidad de todos?
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